El Ayuntamiento cenzanista no cumple los principios económicos de la administración pública
Es decir, no basta con que la Administración se plantee unos determinados objetivos y los consiga (eficacia). Por muy acertados que éstos sean, hace falta que los objetivos que se pretenden se realicen a través de los medios mas adecuados posibles (eficiencia) y con el costo mas bajo posible (economicidad).
Estos principios tan básicos y evidentes, los cuales nadie puede contrariar en el marco de las ciencias sociales, como ya he dicho, han de ser los rectores en la gestión de toda Administración.
El Ayuntamiento de Cuenca, como administración municipal, debe (o mejor dicho, debiera) someterse a estos principios. Difícilmente se ha podido someter a estos principios cuando ni siquiera venía elaborando el presupuesto. Bajo un artificio legal, el Ayuntamiento se liberó de la obligación de darnos cuenta de su gestión y, solo cuando se solicitó la auditoría del Ayuntamiento en el Congreso de los Diputados (sí, en el Congreso de la nación), éste se precipitó a su elaboración. Por tanto, el ayuntamiento no ha demostrado ser transparente.
¿Y qué hay de los otros tres? Casi todas las políticas municipales no han cumplido con alguno de los otros tres principios.
Recordemos la construcción de la rotonda del centro de recepción de turistas. Se consiguió el objetivo, pero no a tiempo, con lo cual, la obra dejó de ser eficaz en ese mismo momento. Se diseñó mal desde el principio y hubo de ser modificada una vez terminada. Por lo tanto, no se cumplió con el principio de eficiencia. El hecho de rediseñarla implicó un coste añadido, soportable o no por el municipio, pero que supuso que no se cumpliera con el principio de economicidad.
La ronda oeste, todavía sin terminar, evidente es que va a cumplir a destiempo con su objetivo. Y no habrá sido el más rentable, porque para cuando se termine habrá que volver a asfaltarla. No se diseñó de forma eficiente porque se hizo sin glorietas, cuestión que provocó numerosos accidentes. Realizar las glorietas después, supuso un gasto añadido que no debiera haberse producido de haberse diseñado correctamente desde el principio.
Esta manía o costumbre “graciosa” del Ayuntamiento, de hacer y deshacer, es, desgraciadamente, muy habitual. Recordemos todas las zanjas que se abren y se cierran, de las aceras que se levantan y se rehacen… Recuerdo ahora dos plazas, la de España, que antes de las elecciones pasadas sufrió un lavado de cara para que, en apenas un tiempo después, se remozara con más profundidad. Y la Mayor, que después de crear un diseño horripilante se pensó en aderezarla con pingües bolinches y maceteros.
Todo esto suena a guasa. Pero yo no me río. O me río por no llorar. Dinero malgastado, dinero inutilizado. Todos esos cambios y barruntos del alcalde y sus “secuaces”, suponen un gasto para los conquenses. Una política bien diseñada es efectiva y económica. Si lo que hacen, lo hacen tarde, mal y nunca, los conquenses seguiremos perdiendo posibilidades, mejoras y calidad de vida.
Interesante artículo de DORITO EL JOVEN
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